miércoles, 4 de agosto de 2010

DECÁLOGO DEL ENTRENADOR DE BASE

1.- El éxito del entrenador no es proporcional a los partidos que gana, sino al número de niños que se divierten haciendo deporte con él.

2.- Trabajando con niños todo es posible. El pequeño crece, el malo mejora, el travieso atiende, el modesto gana ligas…

3.- Ningún entrenador tiene derecho a cerrarle las puertas a un niño que quiere hacer deporte con él. Todos son válidos, todos juegan. Paciencia, no cansarse nunca de repetir.

4.- Entender las prioridades que deben regir la vida de un niño al margen del deporte: estudiar, divertirse, estar con la familia…

5.- Cada entrenamiento es una fiesta. Inventar los ejercicios es mucho más interesante que copiarlos. Mejor si son dinámicos, entretenidos y con un porqué; que no coarten la creatividad del niño. Favorecer la competición. Enseñar a pelear con deportividad, a perder y a ganar.

6.- ¿Quién dice que lo único que puede hacer un equipo es deporte? Hay muchas más formas de pasarlo bien y aprender juntos. ¿Por qué perdérselas?

7.- Los problemas externos (con club, padres, árbitros, federaciones...) no deben llegar nunca a los niños.

8.- El entrenador debe saber que es ejemplo para los niños las 24 horas del día. En su relación con la gente, en sus hábitos, sus estudios, su vocabulario, su carácter… Ellos, sin darse cuenta, lo imitan todo sin distinguir entre lo que es correcto y lo que no.

9.- La mejor formar de progresar como entrenador es asumir personalmente la culpa de todo lo malo que le pase al equipo, afrontar los problemas y encontrar soluciones creativas que transformen esos problemas en virtudes.

10.- Trabajar más y mejor cada día, con exigencia y disciplina. Las recompensas llegan si no las esperas.

(Aunque el entrenador escriba un decálogo siempre tendrá miles de cosas por aprender y por mejorar. Su verdad no es la única).

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