El “PAPA ENTRENADOR“ , es bastante frecuente encontrarlo en los campos de fútbol y cuyas características principales son: no suele faltar a ningún partido, a veces se traga los entrenamientos, toma notas técnicas y estadísticas, graba en vídeo los partidos claves, da ordenes (a su hijo primero, con el tiempo al resto) vive el partido con tal intensidad que no pierde detalle, ¡llega a correr la banda!.
Claro que tiene motivos para tal comportamiento, está convencido que su hijo es un diamante en bruto, una futura estrella del deporte. No está dispuesto a que se malogre, no permite ningún fallo en la educación deportiva de su hijo, su hijo lo hace todo bien (casi siempre), y los compañeros son peores que él, le pasan mal o poco, el club es un desastre de organización,.… siempre hay algo de que quejarse. Su hijo por su edad, su madurez, su desconocimiento,… sufre las consecuencias de este celo, cariño y protección paternal mal entendidas.
Es muy difícil que un niño con un “PAPA ENTRENADOR“ progrese adecuadamente, lo más probable es que, poco a poco, se convierta en un niño inmaduro, consentido y no querido por el resto del equipo.
La verdad es que la figura de “PAPA ENTRENADOR“ con todos los detalles aquí descritos, es muy rara de encontrar, pero es muy frecuente el encontrarse padres que caen en algunos de esos errores u otros similares. La pasión, a veces, nos ciega y no nos damos cuenta del daño que hacemos al hijo y al equipo.
Menos mal que al lado de estos “PAPA ENTRENADOR“ están los verdaderos PADRES, ante los que hay que quitarse el sombrero: acompañan en los transportes y desplazamientos, mantienen una actitud discreta de apoyo, animan a su hijo y al grupo de forma elegante y digna de elogio, no crean presión innecesaria, sino que dan motivación y seguridad, en resumen, saben disfrutar del deporte de sus hijos.